Son muchas las personas que padecen en silencio una dolencia importante y significativa como son las fisuras anales. En la mayoría de los casos, por vergüenza, no se dice nada cuando se tienen los primeros síntomas, ya que al estar en una zona tan íntima, da corte.
Sin embargo, con el paso del tiempo esto puede ir a mayor. Recordemos que la fisura anal es un desgarro longitudinal de la piel que afecta al ano y que puede ser muy doloroso.
Actualmente, las fisuras anales pueden clasificarse de varios modos:
1. Primarias. Son aquellas que se localizan en la comisura posterior. Es la zona más susceptible de que sea dañada porque está poco protegida por el esfinter anal externo. Suele producirse más en las mujeres que en los hombres.
2. Secundarias, debidas a otras enfermedades y provocadas por posiciones laterales.
En base al dolor, también nos encontramos con:
1. Fisuras agudas. Aquellas que son un desgarro superficial.
2. Fisuras anales crónicas. Aquellas que, con el paso del tiempo, se convierten en un problema mayor porque se han comprimido los vasos sanguíneos y hay mayores consecuencias: dolores, ulceraciones, defecaciones forzadas y dolorosas, pérdida de elasticidad, etc.
Sea como sea, nuestra recomendación es que, al primer síntoma, consultes con un experto ya que puede tratarse. Y, en caso avanzado, la cirugía puede ser una buena opción (en manos profesionales).