Si sueles sufrir de hemorroides y vas a tener un bebé, es de vital importancia que comiences a cuidarlas. Cuando se padecen, se trata de evitar el defecar, pero de esta manera se favorece el estreñimiento (el principal factor causante de las hemorroides), de modo que se crea un círculo vicioso.
En el embarazo, especialmente en los meses finales, la presión continua del útero contribuye a aumentar la presión sobre el ano y el recto y, por tanto, el desarrollo de las hemorroides. Además, durante el parto los esfuerzos de expulsión (pujos) hacen que se aumente la presión abdominal, por lo que las hemorroides se dilatan de forma muy importante y se vuelven muy evidentes.
Pasado el parto, suelen volver a la situación previa en unas pocas horas o días, aunque lo más recomendable es tratar las hemorroides de manera ambulatoria y rápida.