Una fisura anal, si se coge a tiempo, no es grave. Pero sí es cierto que es bastante dolorosa. Un fallo sobre ella es pensar que solo los adultos pueden padecerla. En realidad, también los bebés podrían desarrollar en algún momento una.
Pero, ¿por qué les ocurre? ¿Cómo se trata? Te lo contamos todo.
Fisura anal en bebé, ¿por qué pasa?
Cuando un bebé se queja a la hora de defecar, cuando la zona está agrietada, cuando hay sangre en las heces, lo normal es preocuparse. Y debería ser así puesto que estos problemas podrían deberse a un desgarro que se produce en la zona interna del ano.
Esa herida es difícil de ver, pero mucho más de curar. Además, al estar en una zona muy infecciosa, resulta complicado de curar.
En general, para un bebé, los síntomas de una fisura anal empiezan desde el momento en que el niño llora o gime cada vez que hace «popo». Esta situación puede mantenerse incluso después de hacerlo, porque siente dolor e irritación en la zona.
Además, habrá presencia de sangre en el pañal.
Si eso pasa, lo mejor es acudir al pediatra para que le realicen las pruebas que necesite.
¿Cómo se trata?
Realmente no hay tratamiento efectivo. Normalmente lo que se hace es cambiar la alimentación y llevar una higiene extrema en la zona hasta que esta se pueda curar (algo que puede tardar 1-2 meses en ocurrir).
En muchos casos el tratamiento médico es suficiente para resolver el problema. Pero otras veces habrá que recurrir a tratamientos quirúrgicos o no quirúrgicos para solucionarla.

