Si vas al baño y sientes que te duele al ir de vientre, que el papel con el que te limpias tiene un poco de sangre, y que además sientes que algo no está bien ahí, entonces seguro que en lo primero que piensas es en las hemorroides. Sin embargo, también puede ser una fisura anal.
La gran diferencia entre hemorroides y fisuras anales estriba en el dolor. Si bien las hemorroides son dolorosas, estas no duelen a la hora de defecar, sino que lo hacen constantemente. En cambio, con la fisura anal el pico de dolor se produce en el momento de ir al baño.
Ese dolor puede mantenerse después en el tiempo, e ir agravándose conforme el desgarro en el ano se puede infectar o se hace mayor. Por eso, calmarlo puede ayudar a sobrellevar el problema. Para ello, los expertos recomiendan aplicar cremas con lidocaína, o tomar baños de asiento con agua templada y plantas naturales (que también puedes tomar en infusiones).
Por lo general, una fisura anal puede curarse, pero también se vuelve crónica cuando pasan más de 8 semanas y se sigue teniendo el problema. Afortunadamente, hay formas de eliminar el problema sin requerir quirófano.